Un poco de todo

miércoles, 27 de julio de 2011

Sal con una chica que no lee (Por Charles Warnke)


Sal con una chica que no lee. Encuéntrala en medio de la fastidiosa mugre de un bar del medio oeste. Encuéntrala en medio del humo, del sudor de borracho y de las luces multicolores de una discoteca de lujo. Donde la encuentres, descúbrela sonriendo y asegúrate de que la sonrisa permanezca incluso cuando su interlocutor le haya quitado la mirada. Cautívala con trivialidades poco sentimentales; usa las típicas frases de conquista y ríe para tus adentros. Sácala a la calle cuando los bares y las discotecas hayan dado por concluida la velada; ignora el peso de la fatiga. Bésala bajo la lluvia y deja que la tenue luz de un farol de la calle los ilumine, así como has visto que ocurre en las películas. Haz un comentario sobre el poco significado que todo eso tiene. Llévatela a tu apartamento y despáchala luego de hacerle el amor. Tíratela. 
Deja que la especie de contrato que sin darte cuenta has celebrado con ella se convierta poco a poco, incómodamente, en una relación. Descubre intereses y gustos comunes como el sushi o la música country, y construye un muro impenetrable alrededor de ellos. Haz del espacio común un espacio sagrado y regresa a él cada vez que el aire se torne pesado o las veladas parezcan demasiado largas. Háblale de cosas sin importancia y piensa poco. Deja que pasen los meses sin que te des cuenta. Proponle que se mude a vivir contigo y déjala que decore. Peléale por cosas insignificantes como que la maldita cortina de la ducha debe permanecer cerrada para que no se llene de ese maldito moho. Deja que pase un año sin que te des cuenta. Comienza a darte cuenta. 

Concluye que probablemente deberían casarse porque de lo contrario habrías perdido mucho tiempo de tu vida. Invítala a cenar a un restaurante que se salga de tu presupuesto en el piso cuarenta y cinco de un edificio y asegúrate de que tenga una vista hermosa de la ciudad. Tímidamente pídele al mesero que le traiga la copa de champaña con el modesto anillo adentro. Apenas se dé cuenta, proponle matrimonio con todo el entusiasmo y la sinceridad de los que puedas hacer acopio. No te preocupes si sientes que tu corazón está a punto de atravesarte el pecho, y si no sientes nada, tampoco le des mucha importancia. Si hay aplausos, deja que terminen. Si llora, sonríe como si nunca hubieras estado tan feliz, y si no lo hace, igual sonríe.

Deja que pasen los años sin que te des cuenta. Construye una carrera en vez de conseguir un trabajo. Compra una casa y ten dos hermosos hijos. Trata de criarlos bien. Falla a menudo. Cae en una aburrida indiferencia y luego en una tristeza de la misma naturaleza. Sufre la típica crisis de los cincuenta. Envejece. Sorpréndete por tu falta de logros. En ocasiones siéntete satisfecho pero vacío y etéreo la mayor parte del tiempo. Durante las caminatas, ten la sensación de que nunca vas regresar, o de que el viento puede llevarte consigo. Contrae una enfermedad terminal. Muere, pero solo después de haberte dado cuenta de que la chica que no lee jamás hizo vibrar tu corazón con una pasión que tuviera significado; que nadie va a contar la historia de sus vidas, y que ella también morirá arrepentida porque nada provino nunca de su capacidad de amar.

Haz todas estas cosas, maldita sea, porque no hay nada peor que una chica que lee. Hazlo, te digo, porque una vida en el purgatorio es mejor que una en el infierno. Hazlo porque una chica que lee posee un vocabulario capaz de describir el descontento de una vida insatisfecha. Un vocabulario que analiza la belleza innata del mundo y la convierte en una alcanzable necesidad, en vez de algo maravilloso pero extraño a ti. Una chica que lee hace alarde de un vocabulario que puede identificar lo espacioso y desalmado de la retórica de quien no puede amarla, y la inarticulación causada por el desespero del que la ama en demasía. Un vocabulario, maldita sea, que hace de mi sofística vacía un truco barato.

Hazlo porque la chica que lee entiende de sintaxis. La literatura le ha enseñado que los momentos de ternura llegan en intervalos esporádicos pero predecibles y que la vida no es plana. Sabe y exige, como corresponde, que el flujo de la vida venga con una corriente de decepción. Una chica que ha leído sobre las reglas de la sintaxis conoce las pausas irregulares –la vacilación en la respiración– que acompañan a la mentira. Sabe cuál es la diferencia entre un episodio de rabia aislado y los hábitos a los que se aferra alguien cuyo amargo cinismo countinuará, sin razón y sin propósito, después de que ella haya empacado sus maletas y pronunciado un inseguro adiós. Tiene claro que en su vida no seré más que unos puntos suspensivos y no una etapa, y por eso sigue su camino, porque la sintaxis le permite reconocer el ritmo y la cadencia de una vida bien vivida.

Sal con una chica que no lee porque la que sí lo hace sabe de la importancia de la trama y puede rastrear los límites del prólogo y los agudos picos del clímax; los siente en la piel. Será paciente en caso de que haya pausas o intermedios, e intentará acelerar el desenlace. Pero sobre todo, la chica que lee conoce el inevitable significado de un final y se siente cómoda en ellos, pues se ha despedido ya de miles de héroes con apenas una pizca de tristeza.

No salgas con una chica que lee porque ellas han aprendido a contar historias. Tú con la Joyce, con la Nabokov, con la Woolf; tú en una biblioteca, o parado en la estación del metro, tal vez sentado en la mesa de la esquina de un café, o mirando por la ventana de tu cuarto. Tú, el que me ha hecho la vida tan difícil. La lectora se ha convertido en una espectadora más de su vida y la ha llenado de significado. Insiste en que la narrativa de su historia es magnífica, variada, completa; en que los personajes secundarios son coloridos y el estilo atrevido. Tú, la chica que lee, me hace querer ser todo lo que no soy. Pero soy débil y te fallaré porque tú has soñado, como corresponde, con alguien mejor que yo y no aceptarás la vida que te describí al comienzo de este escrito. No te resignarás a vivir sin pasión, sin perfección, a llevar una vida que no sea digna de ser narrada. Por eso, largo de aquí, chica que lee; coge el siguiente tren que te lleve al sur y llévate a tu Hemingway contigo. Te odio, de verdad te odio.

[link al texto original en elmalpensante.com]

martes, 4 de mayo de 2010

A 24 años del accidente de Chernóbil

Algunos temas relacionados con el accidente nuclear de Chernóbil para recordar que hoy se cumplen 24 años desde la tragedia que costó la vida más de 30 personas de forma directa e inmediata, y decenas de miles -o cientos de miles- en los meses y años posteriores al accidente.



[Vía Microsiervos]

Robot que se balancea sobre una bola

Cortes esquemáticos de reactores nucleares

La Universidad de Nuevo México tiene una colección de 105 de estas ilustraciones disponible en INM CSL Nuclear Engineering Wall Charts, que se pueden descargar en forma de PDF.

En BilioOdyssey, han pasado algunos a JPEG, que se pueden descargar desde Nuclear Reactor Cutaways y Nuclear Reactor Wall Charts.

Las ilustraciones forman parte de una colección que fue publicando la revista Nuclear Engineering International.

[Vía Microsiervos.com]

lunes, 23 de junio de 2008

La paradoja de la banda esférica

Supongamos que disponemos de una esfera un millón de veces mayor que nuestro planeta. Y supongamos que la tenemos rodeada con una cuerda por su ecuador. Tomemos esa cuerda y aumentemos un metro su longitud. Volvamos a rodear la esfera de tal forma que la cuerda se eleve la misma distancia a lo largo de la misma. ¿Podríamos pasar un papel por ese hueco? ¿Podría deslizarse por él un mechero (unos 8 cm)?

En principio es probable que la mayoría de la gente diga que el hueco que se produciría sería tan pequeño que ni siquiera se podría pasar por él una hoja de papel.

Pero hay más:

Supongamos que ahora disponemos de una canica esférica rodeada por un hilo por su ecuador. Realicemos la misma operación: alarguemos un metro la longitud del hilo y volvamos a rodear la canica para que la separación entre ella y el hilo sea la misma. ¿Podremos pasar ahora una hoja de papel? ¿Y el mechero? ¿Y el mando a distancia de mi televisor (25 cm)?

Ahora es probable que la mayoría de la gente crea que se podría pasar el papel, el mechero y hasta el mando a distancia.

La paradoja consiste en que la separación que se produce en los dos casos es exactamente la misma. Es decir, que esta separación es independiente del radio de la esfera en cuestión. Vamos a verlo:

Supongamos que tenemos una esfera de radio R (vamos a suponer que la unidad de medida son metros). Como la cuerda pasa por el ecuador forma una circunferencia que también tiene radio R. La longitud de esta circunferencia es por tanto L=2 \pi R. Aumentemos la longitud en un metro. Tenemos por tanto una circunferencia de radio R+r, siendo r la distancia a la que queda la circunferencia nueva de la esfera inicial. La longitud de esta circunferencia es ahora L^\prime=2 \pi (R+r). Pero también podemos expresar esta longitud así: L^\prime=L+1 (recordad que la nueva longitud es la antigua aumentada en un metro). Igualando tenemos que L+1=2 \pi (R+r). Sustituimos L por su valor:

2 \pi R +1 =2 \pi (R+r)

Operamos:

2 \pi R +1 =2 \pi R + 2 \pi r

Simplificando obtenemos:

1=2 \pi r

Como podéis ver el radio de la esfera incial, R, ha desaparecido de la expresión. Por tanto no influye en el cálculo final. Despejamos r:

r= \cfrac{1}{2 \pi}

O lo que es lo mismo:

r=0,15915494 \ldots

Esto es, el radio aumenta 16 cm. Por tanto el hueco que queda entre la esfera y la circunferencia formada por la cuerda alargada un metro es de unos 16 cm independientemente del radio de la esfera inicial. Por tanto podemos meter una hoja de papel, un mechero pero no el mando a distancia sea cual sea el tamaño de la esfera de la que partimos.

¿Sabías que.....?

…la siguiente igualdad es cierta?

\cfrac{1\ 4\ 3 \not1 \not8\ 5}{1\ 7\ 0 \not1 \not8\ 5\ 6}=\cfrac{1\ 4\ 3\ 5}{1\ 7\ 0\ 5\ 6}

Aunque la cancelación sea una barbaridad las dos fracciones dan el mismo resultado.

Prohibido girar raro

Set de maquillaje en Google Earth


Aquí tenemos la fábrica de Margaret Astor o… ¿un set de maquillaje gigante en tonos pastel?

Frío solar contra el calor


La compañía sueca ClimateWell ha patentado un sistema de aire acondicionado a base de paneles solares y circuitos integrados de agua. Aseguran que se ahorra el 85% del consumo eléctrico de una vivienda y se reducen 15 toneladas de emisiones de CO2 al año. El sistema, además, almacena la energía y puede suministrarla por la noche como frío o como calor. O sea, climatización continua y agua caliente sin fuentes externas de energía. Tampoco tiene compresor, con lo que no se usan refrigerantes contaminantes.

La compañía andaluza General de Servicios de Aire Acondicionado actuará como socio de ClimateWell para extender el nuevo sistema en el mercado español. Ambas compañías han confirmado que apuestan por Andalucía por ser la zona con mayor radiación solar y mayor demanda de climatización.



(Vía Energías Renovables.)